21 feb 2010

Chernobil & Chips

Estas cosas se me ocurren, no sé. La imagen de la gaviota destripando a la paloma en medio del patio y todos nosotros, chiquillos, mirando en silencio, asustadísimos cuando el bicho blanco levanta la cabeza para mirarnos con el pico ensangrentado. Luego está eso de si los perros y los murciélagos son familia o no. Existe el zorro volador y cabe reconocerles un parecido razonable. Claro que luego los murciélagos tienen alas de dragón y los perros no. En fin, es sólo una discusión de domingo. Hablando de domingos y dragones, dejarme que os explique una de las cargas de caballería más gloriosas que se recuerdan en la crónica militar, la de los dragones escoceses, los scots greys, second to none, en los campos de Waterloo. Una tarde de domingo, precisamente. Las tardes de domingo nacieron para ser asi, lo ves, fichas desplegandose para la batalla. All in, scotland forever. A partir de hoy y para siempre este seis de corazones que no salió cuando debía se llamará mariscal Grouchy, pobrete, tan severamente señalado por no marchar hacia el sonido de los cañones. Y todas estas conclusiones de las que Houellebecq estaría orgulloso: somos tan chismosos. De fondo hay un cojín que aun huele a cosquillas y la paz infinita de doblar calcetines. Mi cabeza es un puchero.


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