2 ago 2009

Spiegel im Spiegel






 Son tres notas y apenas un suspiro de violin, repitiendose como el blanco de la colcha en una habitacion abierta durante un ligero despertar, en domingo, una habitacion en la que podrian seguir girando esos muñequitos suspendidos que de pequeños nos absorbian para siempre y cuya forma hemos olvidado cuyos colores no recordamos pero cuyo espiritu, a veces... ¿verdad? 
Como adentrarse en un bosque revuelto y espeso y encontrarse con la bendicion de un rayo oblicuo sobre un charco escondido: uno es sorprendido por el precioso contraste de los verdes, los marrones, el color absoluto de la luz. Si se detiene a observar, si consigue olvidar lo que fuese que lo trajo a ese lugar, el paseante alcanza una quietud paciente, flotante, y de la belleza inicial empiezan, lentamente, a destilarse los detalles. Uno es capaz de distinguir a las ranitas de las hojas muertas, de identificar a las finisimas arañas en su meticuloso tejer. Incluso, no sin sorpresa, logra reconocer trocitos de si mismo en los ondulados temblores que le provocan los minusculos zapateros a la piel del charco: el mundo se multiplica como al mostrarle a un espejo la posibilidad de otro espejo. Este instante dura una eternidad y es el paraiso mas palpable al que puede aspirar un ser mortal, lo saben los cazadores y las ardillas.

De ella nos cuenta la wiki: Compuesta por Arvo Pärt en 1978 para piano solo y violin (o chelo), es una pieza en Fa mayor con tempo 6/4 en la que el piano propone triadas de corcheas que son acompañadas por el segundo instrumento por lentas escaleras ascendentes y descendentes, alternativamente, de creciente longitud.

O sea, tres notas y apenas un suspiro de violin, repitiendose como el blanco de la colcha en una habitacion abierta durante un ligero despertar, en domingo.



1 comentario:

  1. haha!
    em quedo amb la mercbeipedia

    (i la cançó, a veure a casa, que al curro anem curts de targetes de so...)

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