12 jun 2012

in my secret life

La conversación acabó algo así como ¿y a usted le han operado alguna vez?, más o menos, ¿más o menos?, más o menos, ¿¿como que más o menos?? bueno, usted vera, yo siempre he defendido la verdad -aqui empecé a escuchar en diagonal- Pinochet, ese repugnante, planeó destruir -claro, luego se exiliaría a alemania, seguro, por eso el bigote blanco y largo a lo bismark y por eso el respingo y el JA profundo y seco que suelta cuando pronuncio su nombre- y toda esa corte de miserables repugnantes, estaban en todas partes y yo -insistía mucho en lo de repugnantes, no sé- me detuvieron, por supuesto -pero esas cicatrices tan raras en la barriga- y así fue, sobreviví al fusilamiento y me fue concedida la gracia de permanecer con vida, aunque no la de la anestesia, las balas me las quitaron ahí mismo, bajo el poste, tal cual... (la propia inercia mecánica de la anamnesis, las cinco fichas aún por visitar en la gradilla, la certeza de que todo eso no tenía nada que ver con su almorrana y que por mi el tipo se podia ir a casa tan pronto como acabara de teclear el informe que ya estaba redactando en mi cabeza) Ajá, ajá, espere en la salita y ahora le traigo las recetas.
 
Esto fue hace tres días y por supesto lo olvidé al instante, me parece que ni lo hice constar en el informe. Sólo que el tipo sobrevivió al plomo de todo un pelotón y le fué concedida la gracia de permanecer con vida. Ni más ni menos. No hay ninguna razon para que la historia no sea cierta y a la vez sigue sonando increible.

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